Ben Harper actuaba por primera vez en Zaragoza el pasado jueves con un concierto enmarcado dentro del Festival Luna Lunera, precisamente como presentación del msmo al igual que el año pasado lo hiciera Lucinda Williams. Para esta ocasión, y formando parte también de un ciclo que se desarrollará durante este verano, el concierto tenía como escenario el Anfiteatro de la Expo 2008, excelente espacio que ha sido un acierto recuperar. Para la ocasión bastante buena entrada, yo diría que aproximadamente tres cuartos del recinto, lo que le daba un aspecto lo suficientemente lleno -con poco público es un recinto bastante desangelado- pero sin los agobios de un sold out.
Abría la noche un grupo español no anunciado que por problemas con mi acreditación ni pude ver ni enterarme de su nombre. Sus sonidos funk, aunque perfectamente ejecutados, tampoco parecían nada nuevo desde el exterior del recinto.
Una vez solventados los problemas de acreditación y ya dentro del Anfiteatro, el australiano Xavier Rudd comenzaba su concierto de alrededor de una hora. de duración Este multiinstrumentista, pues toca percusiones, la guitarra, slide, armónica e incluso el didjeridoo, va acompañado de dos excelentes músicos africanos. Entre los tres desarrollan una perfecta química que bascula entre lo étnico y los sonidos de blues pantanoso, aunque para mi gusto se inclinan demasiado hacia los sonidos africanos. El público sin embargo gozó de la exhibición multiinstrumentista de un Rudd que acabó incitando al respetable a saltar, consiguiéndolo.
Ben Harper y su “nueva” banda (lleva ya un par de años con ella) abrían después un concierto que se alargaría hasta las dos horas y diez minutos. El público, rendido desde el minuto cero, no necesita siquiera de los comentarios alusivos al mundial de fútbol o las alabanzas espontáneas a la ciudad -desafía Harper a los descreidos comentando que pueden comprobar en los bootlegs que no lo hace en cada lugar-. Abren con “Shimmer and Shine”, con unos Relentless7 que suenan potentes, especialmente el bruto de Jordan Richardson, un batería de esos que a mí me gustan: con gran pegada, pero no exento de técnica y grooove. Pero el resto de la banda no es manca precisamente, con el guitarrista Jason Mozersky que cobra más protagonismo de lo que a priori cabría esperar y el bajista Jesse Ingalls, con una labor quizás más desapercibida pero que aporta todo el pegamento necesario para que la suma funcione.
Ben Harper va alternando canciones en las que toca la slide sentado y otras en las que toca de pie. La sorpresa llega cuando interpretan “Heartbreaker” de Led Zeppelin, con Harper únicamente a la voces pero que toma asiento para uno de sus solos de slide. Los temas se suceden, con una “Spanish Red Wine” en la que Harper presenta a la banda o una “Better Way” que se lleva la mayor ovación hasta el momento.
Tras hora y veinte minutos, la banda se despide. Tras el break de rigor, aparece Harper en solitario acompañado de una guitarra acústica y con el público coreando el ya habitual “oeoeoeoe”. “Waiting for an Angel”, “Walk Away” y “I Shall Not Walk Alone” son interpretadas de este modo, con el público mostrando más respeto (léase más en silencio) que en otros momentos de la velada. Tras esto, Harper se embarca en una exhibición de slide durante demasiado tiempo, aunque al público no parece importarle demasiado. Servidor se aburrió un poco. Tras esto sale la banda para interpretar “Feel Love”, un nuevo tema, y luego un “Red House” bastante diferente al original. Tras dos horas y diez minutos de concierto, al filo de la 1:15 de la mañana la banda se despide definitivamente. Veo como uno de los roadies hace el amago de acercar otra guitarra a Harper, pero afortunadamente se queda en eso. Un buen concierto que podría haber mejorado con algo menos de minutaje.