Está claro que cuando se habla de una banda como Pearl Jam en un foro abierto como puede ser esta página web, hay que matizar mucho lo que se dice. Pero por mucho cuidado que se tenga o por muy claros que creamos que hemos dejado los conceptos siempre hay quien no los entiende o quien directamente los malinterpreta. Uno que ya lleva a sus espaldas bastantes artículos ya sabe que se expone a que millares de fanáticos (en el peor sentido del término) lo utilicen como blanco donde calmar sus frustraciones tomando como excusa que no se deja en buen lugar a su grupo favorito (y en muchas ocasiones parece que el único que tienen). Siempre me ha dado bastante lo mismo, pero desde aquí se pide que al menos sean ingeniosos para que nos riamos todos.
Semejante introducción no es ni más ni menos para que la siguiente afirmación quede bien contextualizada: Pearl Jam han sido un coñazo durante gran parte de su carrera, aunque los fanáticos (nuevamente en el peor sentido) aplaudan cada nuevo lanzamiento como si de una obra maestra en la historia del Rock and Roll se tratase. Da igual que estemos hablando del enésimo disco en directo, recopilatorio o reedición diseñado para sacar otro buen puñado de billetes a ese mismo público que no dudará en jalearles. Quizás sea porque gran parte de estos “melómanos” no han comprado un disco en su vida y lo obtienen por medio del estraperlo cibernético mantenido por bloggers sin escrúpulos que en lugar de difundir la música de grupos poco conocidos, discos descatalogados, o rebuscando y recopilando rarezas de dífícil y variada localización, se dedican a filtrar los discos de sus grupos “favoritos”. Valiente favor…
Pero dejaremos a un lado estas divagaciones de abuelo Cebolleta y reconoceremos que al menos “Pearl Jam”, el disco del aguacate, era bastante potente, y que la posterior gira que recaló en nuestro país es de las que no se olvidan. Servidor pudo ver el concierto del Azkena Rock Festival y promete que la banda estuvo bastante mejor que en la anterior ocasión de varios años antes. Por eso esperaba que al menos este “Backspacer” fuese igual de interesante que su predecesor discográfico. Algunos ya se han ocupado de tildar a la banda de un clásico en vida. La etiqueta quizá pueda ser acertada en algunos aspectos (por seguidores, años de longevidad y además contra todo pronóstico…), pero les queda demasiado grande en otros, porque si hablamos de obras maestras deberíamos cifrarlas en únicamente tres: “Ten”, “Vs” y “Vitalogy” -si obviamos alguna que otra frivolidad contenida en éste último-, y a las que deberíamos añadir el disco grabado junto a Neil Young. ¿El resto? Discos irregulares, con tendencia a la autocomplaciencia y el ombliguismo y plagados de temas olvidables. No negaremos que quizás en algunos de estos discos tengamos algunos buenos temas, pero el conjunto carece de verdaderos himnos.
Y este “Backspacer” está más del lado de los discos plomizos que de la resurrección vista en “Pearl Jam” (el nivel de la trilogía inicial es inalcanzable a estas alturas). Tampoco reconozco en el sonido general del álbum a la banda que me voló la cabeza a principios de los noventa, y no estamos hablando aquí de repetirse ad aeternum sino de hacer sentir al oyente la misma emoción y excitación de entonces. A su favor quizás que estamos ante un álbum no demasiado largo en el que podemos disfrutar (pero no desmelenarnos) con algunas canciones como la inicial “Gonna See My Friend”, “The Fixer” o “Johnny Guitar”.
Y ahora esperaremos pacientes el aluvión de comentarios de seguidores encolerizados cuya cultura musical se reduce a lo que han visto proyectado por la MTV y a las críticas de suplemento dominical. Pero antes un último consejo: buscaos una vida.