A finales del pasado año 2008 aparecía este “Souls of We”, el nuevo disco del que fuera guitarrista de Dokken en su mejor época. Alejado ya definitivamente desde hace unos años del que fuera su grupo más exitoso durante los años 80, Lynch nos presenta esta nueva aventura acompañado de su nueva banda, Souls of We.
Y lo mismo que se alejó de su odiado Don Dokken, Lynch parece que también quiere dejar atrás la melodía y el Hard & Heavy Metal de sus inicios. Porque “Let the Truth Be Known” es un disco con un sonido oscuro, reminiscente de la década del Grunge e incluso de las bandas que posteriormente asimilaron ese estilo. Las referencias podrían ser claras, desde Alice in Chains hasta cosas tan inofensivas como Nickelback. Y podemos decir que casi lo consigue, porque en temas como “Everything I Want” uno no puede dejar de intuir el sonido dokkeniano.
“Let the Truth Be Known” peca de excesivo. Porque la hora larga que duran sus catorce temas acaba resultando tediosa. Y eso que hay buenos temas, como el citado “Everything I Want”, “Crawling”, “St. Jude” o “Push It”. Pero es que resulta excesivo también en músicos: hasta nueve diferentes participan en la grabación, entre los que destaca su fiel amigo y compañero en los buenos tiempos Jeff Pilson al bajo; incluso en algunos temas hay pistas grabadas por varios baterías, un poco al estilo del “Chinese Democracy” de Axl. Quizás lo que falle sea la producción, a cargo del propio Lynch y de su vocalista London Legrand, y no porque esté sobreproducido como el citado disco de los nuevos Guns N’ Roses, sino porque parecen más preocupados por resaltar la dureza de los temas que las melodías (que las tiene, aunque a veces parezca que quieran esconderse).
En ese afán por sonar fresco y moderno, Lynch se olvida de que se le ve el plumero, y aunque intente no excederse con sus partes de guitarra, hay momentos en que su virtuosismo es incontenible (lo que no significa que el disco esté lleno de solos insoportables con cientos de notas por segundo, sino que su estilo a la guitarra es bastante inconfundible por mucho que lo maquille).
En definitiva, “Let the Truth Be Known” no es que sea del todo un mal disco, y de hecho va ganando con las escuchas, pero los fans de la carrera de este hombre preferiríamos que él y Pilson enterraran el hacha de guerra con Mick Brown y Don Dokken, por mucho que este haya perdido gran parte de su voz.