¿El regreso del vinilo?

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Que la industria de la música está en crisis no es ningún secreto, aunque algunos dirían que no es crisis, sino una oportunidad para las bandas y sellos más pequeños. Empezamos a estar ya saturados de afirmaciones de este tipo; incluso el “top manta” parece estar ya pasado de moda, y hablar del famoso canon empieza a estarlo también. Tenga la culpa quién la tenga (consumidores, sociedades gestoras, grandes compañías,…), lo cierto es que cada día empieza a ser más rara la gente que compra música. Las tiendas de descargas digitales surgieron como un desesperado intento de las grandes corporaciones por seguir manteniendo su cuantioso negocio; sin embargo es difícil que la gente entienda el concepto de pagar por algo que no es físico, y más cuando puede tener lo mismo en un tiempo relativamente inmediato conectándose a un programa P2P. Y razón no les falta; personalmente me parece que conduce a la confusión el pagar por una descarga de un álbum completo un precio similar o incluso superior a Cds de la llamada serie media o de compañías independientes. Cuando compramos música estamos acostumbrados a comprar un formato, no una serie de ceros y unos que ocupa una cuota de nuestro disco duro. Esa al menos no es mi idea de la música. 

Sin embargo, y siendo conscientes de que nos encontramos ante una (no ya tan) nueva situación, también debemos tener bien claro que ahora mismo hay toda una generación de consumidores de música que no saben lo que es comprar un CD porque nunca lo han hecho; para esta gente nunca ha existido el ritual de ir a la tienda, ojear estante por estante, extraer un disco de la cubeta para mirarlo más detenidamente, decidirse entre la selección mental previa, pagarlo e ir corriendo a casa para escucharlo. Y no hablemos ya de ir a tiendas pequeñas que no pertenezcan a ninguna mega cadena ni a un hipermercado, simplemente porque ya no existen. Como para explicar aquí lo que se siente al encontrar por fin ese vinilo que llevas años buscando… En el mejor de los casos alguno de estos nuevos consumidores de música comprenderá que si quiere seguir disfrutando de sus grupos favoritos tiene que pasar por caja. Lamentablemente para esos grupos, serán los menos.

Los propios músicos están empezando a comprender que tienen que ofrecer otras cosas a su público ahora que la guerra contra lo digital está perdida. Sería de estupidos negar lo innegable. Recientemente Sebastian Bach, que en el pasado vendía millones de discos, ironizaba sobre el MySpace y la cantidad de “amigos” que tenía a través de él, cantidad que no se correspondía ni de lejos con la cantidad de copias que había vendido de su último álbum. Phil Anselmo durante el concierto de Down en Barcelona de hace un par de meses no paró de repetir una y otra vez que su banda tenía nuevo disco en el mercado. Son solo dos ejemplos pero creo que lo suficientemente ilustrativos de cómo están las cosas. Está Radiohead - In Rainbows webclaro que los que peor lo están pasando son este tipo de artistas, los que hasta hace tan solo quince años colocaban cantidades indecentes de discos por todo el planeta. Ellos y las grandes compañías, claro está. Aunque algunos de estos artistas han demostrado que también se puede sacar provecho de internet. Radiohead vendieron primero “In Rainbows” a través de su página web y por el precio que cada cuál considerara conveniente, y sin embargo la edición física del disco ha vendido aceptablemente bien en ambos formatos, CD y vinilo. Trent Reznor por su parte rompió con su sello de toda la vida harto de ver cómo aprovechaban su estatus de músico bien considerado para subir artificialmente el precio de sus lanzamientos; ahora edita sus trabajos con su propio sello, con ediciones en múltiples y cuidadas variantes, e incluso regalándolos previamente como ha ocurrido con su reciente “The Slip”. Son ejemplos de artistas (y no son los únicos) que han empezado a pensar en que sus fans, a la postre los que pagan su sueldo, no son tontos y merecen ser tratados con respeto y que se les ofrezcan productos de calidad, algo que las grandes compañías discográficas parecen haber olvidado. No son pocos tampoco los músicos importantes que han sido despedidos de discográficas grandes durante los últimos años, ya que están volcadas en promocionar artistas prefabricados de dudosa calidad musical que generen enormes ganancias lo más rápidamente posible. Luego, cuando se han quemado, promocionan al siguiente. Ya no es la música lo que importa, y por esta misma razón ya no surgen unos nuevos Led Zeppelin, ni unos nuevos Beatles, ni siquiera unos nuevos Guns N’ Roses o unos nuevos U2. La propia maquinaria de la industria ha sido tan forzada que ya no se da tiempo a que las carreras se desarrollen y se consagren. Hace unos años cavaron su propia fosa cuando decidieron que con el CD sacarían mayores beneficios. A corto plazo los sacaron, pero de aquellos barros vienen estos lodos.

Sin embargo los sellos independientes han sido más inteligentes que los grandes, puesto que se han sabido adaptar a una situación que no es tan diferente de la que vivían antes. Siguen siendo sellos en los que lo primero es la música, y lo único que ha cambiado ahora es los medios de llegar a la gente. Diría que incluso internet les ha beneficiado, puesto que es mucho más fácil llegar a cualquier parte, e incluso vender directamente a cualquier lugar del mundo. Además empieza a ser bastante habitual que junto a tu disco de vinilo (sí, porque todavía se fabrica y se vende vinilo), te entreguen un cupón para una descarga gratuita del mismo en formato mp3.

Probablemente muchos pensaréis que estoy loco, pero quizá sea el vinilo el salvador de la industria musical. Después de años relegado al ostracismo, durante los cuales conseguir nuevos lanzamientos en ese formato era poco menos que imposible, cada vez son más los discos que se editan en vinilo. No tenéis más que acudir a cadenas como FNAC para comprobarlo: la sección de vinilos crece poco a poco, y la rotación de títulos suele variar con bastante frecuencia. Y no encontramos ya únicamente discos de grupos con la etiqueta de “independiente”, porque también las discográficas importantes están editando (y reeditando) parte de su catálogo en vinilo. Y si lo hacen será porque genera beneficios. Sí es verdad que el vinilo sigue siendo más caro que el CD, pero a cambio contamos con un artwork a un tamaño aceptable (y que permite además cuidar más ese aspecto de la imagen); los discos suelen ser de alto gramaje; y las reediciones suelen incluir temas o incluso discos enteros de extras, que hacen la delicias del melómano de pro. Sin entrar en discusiones estériles sobre la calidad del sonido, el vinilo es un formato mucho más cálido, más grato para el coleccionista, y eso es incuestionable. Estamos asistiendo al mismo proceso que casi acaba con él hace unos años pero a la inversa. ¿Estaremos asistiendo en definitva al resurgir del vinilo? Aunque yo me conformo con quedarme como estoy, sinceramente, porque todavía es posible conseguir verdaderas joyas de segunda mano a precios asequibles, a pesar de eBays y similares.

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