Bueno, pues parece que se nos separan los Hellacopters. Lo que para muchos es una mala, malísima noticia, para mí es algo así como un alivio. Y es que los Hellacopters actuales me aburren. Me aburren mucho de hecho, y desde hace demasiado tiempo ya. En los últimos días, por decir estas cosas en público, me he convertido en el tío más impopular de mi comunidad de vecinos primero, y de mis conocidos después. Y es que no solo Jesús ama a los Hellacopters, es que parece que todo el mundo los quiere y que los defenderían a hostia limpia si hiciera falta. Pero se ve que no he tenido suficiente, porque ni corto ni perezoso me he propuesto inaugurar una serie de artículos titulados genéricamente Quién te ha visto y quién te ve con The Hellacopters precisamente.
No siempre fue así. Yo conocí “Supershitty to the Max” y “Payin’ the Dues” casi a la vez y sorprendentemente gracias al programa de El Pirata, cuando estaba en Cadena 100 hace… ni recuerdo cuántos años, pero deben de ser unos cuantos porque yo todavía vivía en otra ciudad y hace tanto tiempo de aquello que apenas si recuerdo su nombre. ¿Sorprendidos? El caso es que sí, en la Emisión Pirata tenían cabida grupos como The Hellacopters cuando todavía eran punks (o algo similar), y esto mientras a la chavalería que seguía el programa le volvía loca el Nu Metal de Korn y similares. Ambas bandas convivían, pero mientras Korn aparecían por obligación (a El Piri no le gustaban ni un poquito), The Hellacopters los programaba por gusto, y además así se lo transmitía a la audiencia. Supongo que el pasado de Nicke Royale con Entombed había influido en algo.
Me imagino que el oyente medio del programa se sentiría completamente desorientado al escuchar temas como “Bore Me!”, “Fire Fire Fire” o “Spock in My Rocket”, pero yo, aunque amante del Heavy Metal clásico, apenas si soportaba algo de lo que sonaba por aquel entonces y hacía tiempo que me había abierto a otros sonidos, así que recibí “Supershitty to the Max” casi como un regalo del cielo.
Poco tiempo después El Pirata puso “Payin’ the Dues”, que entonces estaba recién salido. Decidí hacerme con una copia cuanto antes, y en una de mis excursiones a la capital para comprar discos me lo regalé junto a 3 o 4 CDs más. Para mí se convirtieron en la banda del momento, y no tardaron en casi monopolizar el modesto equipo de música durante las fiestas que dábamos en mi piso de estudiantes cada jueves. Algunos de mis colegas no los soportaban, pero se tenían que joder porque estaban en mi casa y yo ejercía de dj.
Por aquel entonces The Hellacopters lo tenían todo: actitud, canciones, un par de potentes y ruidosos discos,… eran la banda del momento, sin duda alguna. O al menos para mí lo eran.
El caso es que un día salió “Disappointment Blues” y nos enteramos de que Dregen dejaba la banda para centrarse en sus Backyard Babies (otros que podrían protagonizar uno de los artículos de esta serie, por cierto). “Disappointment…” ya sonaba algo diferente, pero era un EP, no había por qué preocuparse. Luego vino “Grande Rock”, que como su título indica se inclinaba más hacia el Rock de unos KISS por ejemplo que hacía la suciedad de Detroit. Robert ‘Strings’ Dahlqvist era un guitarrista muy diferente a Dregen. El primero podrá ser más elegante, pero desde luego no tiene la actitud chulesca y la entrega del segundo. La química había cambiado, aunque creo que es también injusto culpar del cambio al nuevo guitarrista, sobre todo teniendo en cuenta que Nicke Royale es el compositor principal de la banda. Recuerdo cuando llevé el disco a casa y lo puse por primera o segunda vez. Un compañero de piso se me acercó y me dijo: “¿este es el nuevo de los Hellacopters? Es muy suave, ¿no? Vaya mierda…”. Creo la anécdota lo suficientemente representativa como para reproducirla aquí.
Aunque “Grande Rock” me sigue pareciendo un buen disco, estaba claro que ya no era lo mismo. Habían suavizado su propuesta. Creo que en este punto ganaron muchos nuevos fans, y no digo que no se lo mereciesen, simplemente empezó a resultar cansino. Irónicamente fue en esta gira cuando les pude ver por vez primera en directo, y tengo que decir que me gustó mucho. Aunque habían perdido en fiereza, lo que se notaba en la forma de acometer los temas más antiguos. Su sonido se tornó más clásico.
Esto no es algo negativo por sí mismo. Simplemente ya no era lo mismo, era otra cosa diferente. Para mucha gente aquí empieza lo realmente bueno. Para mí comienza una carrera en la que la repetición de esquemas y el autoplagio (supongo que algunos preferirán llamarlo “autohomenaje”) son constantes y convierten sus discos en poco excitantes, con tres o cuatro temas buenos, pero no memorables, y el resto bastante prescindible. Con los mejores temas de “High Visibility”, “By the Grace of God” y “Rock & Roll is Dead” podríamos sacar quizás para un buen disco. Resulta irónico que en algunas caras B encontremos temas con más garra que los que configuran esos LPs.
Y ahora que se van anuncian nuevo disco y gira de despedida. Comparo su caso con el de Gluecifer. Aunque no sean bandas similares en cuanto a sonido creo que sus carreras han corrido paralelas por muchas razones: comenzaron más o menos a la vez, ambos fueron considerados los máximos exponentes del Rock escandinavo, realizaron giras conjuntas, editaron algunos discos compartidos… Gluecifer corrieron peor suerte, aunque se merecieron algo mejor. Su separación se debió no a problemas personales, sino al cansancio, a ver que el público, pasada aquella fiebre por todo lo que viniera del norte de Europa que atravesamos hace unos años, les dio un poco la espalda. Carreras paralelas con un fin tan distinto. La vida apesta.
[amazon_link asins=’B00116DA18,B00000B65O,B0007LLOU2′ template=’ProductCarousel’ store=’rockandrollar-21′ marketplace=’ES’ link_id=’b1de16de-ba63-11e7-8cc8-795e4c54c242′]