Free murió siendo joven. Era un grupo lleno de vida y sentimiento, pero la mecha no dio mucho de sí. La heroína de esta historia marcó parte del final del idílico camino que podrían haber seguido. Pero desgraciadamente, no fue así. Hijos predilectos de un primigenio, delicado y ardiente blues-rock, y completamente sumergidos en las raíces negras y sutiles de la música hecha con el alma, a los británicos Free se les abrieron las puertas con el Festival de Wight; mítico certamen musical celebrado en la ya famosa isla del mismo nombre.
Eran una banda especial; tenían algo. Paul Rodgers, quien bebía (y bebe, aunque ahora lo hace para la Reina) del enorme Otis Redding entre otros, aportaba una dulzura y feeling pocas veces visto; el carismático Kossoff y su particular y reconcentrada intensidad, y esa base rítmica de Kirke y Fraser que aleteaba entre aires lentos y cadenciosos o salvajismo puro y duro los convertía en uno de los mayores exponentes del trilladísimo estilo oriundo de Estados Unidos.
El blues que se había creado en los años 50 en el Reino Unido venía de los yuesei, y siendo revisitado por clásicos como Chuck Berry y Sonny Boy Williamson, hizo que los jóvenes ingleses le dieran una vuelta de tuerca al asunto. Un poco más adelante, este sonido se transformó, hacia 1960, en el estilo puramente british denominado “beat“. Este estilo, que en realidad era pariente del blues americano, fue precisamente en América donde gozó de mayor éxito y renombre, gracias a la British Invasion. Cosas de la vida. Así es que Alexis Korner, el gran impulsor y visionario del blues británico (y co-propietario del club del Soho “The London Blues and Barrelhouse Club”) estuvo muy presente en todo el movimiento de la escena, primero siendo amiguete de los Stones y luego del señor Clapton, los Yardbirds, etc. Y los chavalines Free andaban por allí. Mr Korner ya les había echado el ojo y anduvo tras ellos hasta involucrarse en la publicación de su primer disco (que pese a su brutal calidad, y como ocurriría con el siguiente álbum, no les reportó ni una libra de beneficios).
Sin embargo, por suerte, y como en ocasiones el maldito dicho "a la tercera va la vencida" se cumple, Free tocaron el cielo (o al menos lo rozaron) con su emotivo "Fire and Water" (temas como "Heavy Load", “Don´t Say You Love Me” y "Oh I Wept" producen carne de gallina, oiga) que escondía el archiconocido "All Right Now" y que los elevaría a la categoría de banda inolvidable y triunfadora. Incluso habrían de estar entre los cinco primeros números en el país del pollo frito. De todos modos, el cuento ya estaba contado.

Free, tal y como todos los conocemos y con su mágica formación (Paul Rodgers- Simon Kirke- Paul Kossoff- Andy Fraser) duró escasos siete discos contando un inspirado directo: "Tons of Sobs" (1968), "Free" (1969), "Fire and Water" (1970), "Highway" y "Free Live" (1971). Separación mediante, hubo un inevitable reencuentro en el año 72 que se vio coronado con la publicación de “Free At Last”, conmovedor título para marcar el comienzo del final de una leyenda que se antojaba predestinada a brillar durante breve tiempo. Tras la edición de este disco, volvieron a separarse. Las cosas no iban demasiado bien. Andy Fraser se había largado para tocar en otra banda, y Kossoff… digamos que no estaba para menesteres musicales, por lo que fue “sustituido” por otro guitarrista. Y al poco tiempo vendría el auténtico final de la banda. Con “Heartbreaker” (año 73) dieron carpetazo a la existencia de Free.
¿Qué hubiera ocurrido si Paul Kossoff no hubiese experimentado tanto con su respingona naricilla? Si la heroína no se lo hubiese llevado tan lejos, probablemente los muchachos se habrían mantenido unidos y habrían continuado dándole a la creatividad. O no. Sin embargo, las adicciones del guitar hero no provocaron únicamente su muerte; también fueron causa de muchísimas desavenencias entre los miembros de Free. Además, Bad Company y otras cosillas estaban a la vuelta de la esquina. Precisamente, esta especie de continuación de Free fue lo que llevó a la fama a Paul Rodgers (porque aunque Simon Kirke formase también parte del combo, la celebrity es Rodgers, así que hablemos de él). La clave del éxito de esta banda consistió en fusionar el blues y el rock que ya funcionaban antaño en Free pero aderezándolo con baladitas y un rollo más ñoño. Obviamente, esto les llevó al éxito. Sacaron unos cuantos discos memorables ("Bad Company" y "Straight Shooter" por ejemplo) y varios hits como "Shooting Star" y "Feel Like Making Love".
Por otra parte, cabría comentar también la nueva andadura de Rodgers al frente de unos reciclados Queen en el año 2005. Cuando todo el mundo se preguntaba hace tres años aproximadamente, quién sería el vocalista que sustituiría al difunto Mercury, seguramente nadie habría apostado por un cantante tan exquisito y vibrante como Rodgers, quien siempre ha estado al frente de grupos más blueseros y "de raíz" (también formó parte de The Firm junto a su amigo Jimmy Page en los lejanos 80´s). Sin embargo, y pese a que se barajaron varios importantes nombres, el elegido fue el señor Rodgers. Puede pegar o no, pero eso no nos incumbe. Lo verdaderamente importante es que este hombre no deje de cantar nunca.
Sería fantástico que se arrejuntaran los que hace siglos no eran más que cuatro críos de 18 años, dando forma de nuevo a los queridos Free (pese a la ausencia de Kossoff), ya que está tan de moda recalentar momias musicales. Pero he de suponer que se trata de algo imposible. Por lo menos siempre nos quedarán canciones imperecederas de este maravilloso grupo de tan corta vida. Temas como “Wishing Well” (aparentemente dedicada al desaparecido Kossoff), “Sail On”, “Come Together In The Morning”, etc. siempre formarán parte de mi tocadiscos mental y emocional. En fin, la cuadratura del círculo una vez más, amiguitos.
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