Vuelven Ginger y los suyos casi sin avisar y con un nuevo disco más en la onda de sus primeras referencias que del sonido de “The Wildhearts Must Be Destroyed”. ¿Qué significa esto? Pues sin ir más lejos que tenemos un par de temas que rondan los 9 minutos, plagados de cambios de ritmos, con sonidos duros, cercanos a lo metálico y que nos recuerdan a obras pasadas (el inicial “Rooting for the Bad Guy” y “Slaughtered Authors”). Otros temas como el que cierra el album, “Destroy All Monsters”, son perfectos ejemplos del sonido más duro de la banda. Pero entre estos nuevos 10 temas también encontramos los típicos estribillos melódicos repletos de coros que tan bien se le dan a Ginger (“The Sweetest Song”, “The Revolution Will Be Televised”, “The New Flesh”, “Bi-Polar Baby”). En definitiva, es un muy buen resumen del sonido y esencia clásicos de The Wildhearts, aunque quizás un poco más accesible que algunas de sus viejas obras.
Aunque es un disco muy recomendable, sobre todo para los fans de los Wildhearts de siempre que serán los que más lo disfruten, no puedo evitar tener cierta sensación de “esto ya lo he escuchado antes”. Supongo que con tiempo y perspectiva estaremos en posición de decir si es uno de los mejores albumes del grupo o se queda en el terreno de “Endless Nameless”. De momento está bien tener al grupo de vuelta (¿para cuánto tiempo, por cierto?) y esperemos que sirva para que alguien los traiga a hacer una gira en condiciones y que no tengamos que conformarnos con recordar aquella magnífica actuación del Azkena o con pinchar el “The Wildhearts Strike Back”.
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